EL RESUCITADO LLEGA CON SUS REGALOS
Manuel
Tenjo Cogollo
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manueltenjo@yahoo.com
1. Obstáculos para
experimentar la resurrección
La experiencia de la resurrección de
Jesús tiene obstáculos puestos por la condición humana: “al atardecer del primer día de la semana” y “el miedo a los judíos” (v.19), lo que conduce a tener “las puertas cerradas”. A continuación,
se describen los elementos señalados:
“Al atardecer”. La luz-día es símbolo de Dios
y de su actividad a través de Jesús. Las
tinieblas-noche representan todo lo que se opone a los valores propuestos por
Dios La oscuridad existencial puede constituirse en un obstáculo para vivir la
experiencia de la resurrección de Jesús, como le ocurre a Tomás (Jn 20,24-25),
sin embargo, el Señor supera ese obstáculo para rescatar a sus discípulos de la
oscuridad, tristeza, miedo y encierro.
“El miedo a los judíos”. La expresión “miedo”
representa lo que acobarda al discípulo y destruye el heroísmo para dar
testimonio de Jesús, pues sienten la aflicción que impide proclamar libremente
al Señor. Los discípulos de Jesús se encuentran encerrados porque temen a las
acciones de las autoridades judías, por tanto, el miedo paraliza las decisiones
y las acciones de los que no han experimentado el dinamismo de la nueva
creación.
“Las puertas cerradas”. Las puertas tienen tranca o llave por dentro. La cerrazón del corazón se manifiesta de manera individual (como Tomás v.25) y también comunitaria (v.19), lo que impide abrirse a la acción creadora de la Resurrección de Jesús.
2. Los regalos del resucitado
En los v.v.20-23 vemos Jesús
Resucitado que dona siete regalos a la comunidad de discípulos para conducirlos
a que se conviertan en testigos de la nueva relación con el Señor.
1. “La
paz con ustedes”.
La paz que da Jesús, “no es como la que
da el mundo” (Jn 14,27), en el sentido de la ausencia de conflicto o de
supremacía de un pueblo que garantiza la paz de las naciones como esperaban los
judíos. Es primordialmente la señal de la nueva alianza que Dios establece con
el pueblo renovado por el Espíritu Santo y el crecimiento integral de la
comunidad.
2. “Les
mostró las manos y el costado”. Jesús da a conocer las heridas gloriosas de su
crucifixión. El mensaje directo consiste en señalar que el crucificado es el
mismo resucitado. En Jn 20 se describe que Jesús “les mostró las manos y el costado” (v.20) a la comunidad de
discípulos, además a Tomás le dice: “Acerca
aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado” (v.27).
La iniciativa es de Jesús que resalta las heridas sanadas de las manos y del
costado, de manera que produce una respuesta positiva de los destinatarios: la
alegría de la comunidad de discípulos (v.20) y la profesión de fe de Tomás
(v.28). Las heridas ya no duelen, ya están sanadas por la resurrección.
3. “Se
alegraron”. La
alegría es fruto de tomar consciencia de las bendiciones de Dios, es una
promesa mesiánica y señal de la nueva alianza que conduce a reconocer las
acciones divinas en el nuevo pueblo de Dios y en este caso “es el gozo de la resurrección”. Jesús había prometido la alegría a
sus discípulos en distintos momentos. Cuando Jesús se presenta resucitado a sus
discípulos se cumple su promesa de dar una alegría que inunda el corazón y por
tanto “nadie se la podrá quitar” (Jn 16,22),
es decir, una alegría plena y contagiosa (cfr. Jn 17,13). El reconocimiento de
Jesús Resucitado trae alegría a la comunidad de discípulos, a Tomás y a todos
los que “sin ver han creído” (Jn 20,29).
4. “Como
el Padre me envío, también yo los envío”. El envío a anunciar el Evangelio es una
promesa mesiánica, pues los anunciadores irán con júbilo a proclamar el
comienzo de la nueva alianza de la renovación del pueblo y serán recibidos con
alegría. El envío que realiza Jesús a sus discípulos lo hace en una
equivalencia similar con que Él fue enviado por el Padre. La misión requiere de
hombres nuevos, re-creados el primer día de la Resurrección y capacitados para
mostrar al Padre en todas sus obras. Es un gran regalo ser enviado por el Padre
como envío a su Hijo: por amor, para la salvación y para conducir a una vida
plena (Jn 3,16).
5. “Sopló
sobre ellos”.
Jesús realiza una acción simbólica que muestra el comienzo de la nueva
creación, porque en Gn 2,7 se muestra que Dios “formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento
de vida”. El “soplo” de la nueva
creación, que da origen al hombre nuevo, y al nuevo pueblo de Dios es el quinto
regalo del Resucitado, y es el Espíritu Santo quien confirma e inaugura la
nueva alianza.
6. “Reciban
el Espíritu Santo”.
La evocación inicial de la presencia del Espíritu es el cumplimiento de la
nueva alianza señalada por el profeta Ezequiel señala de parte de Dios: “infundiré mi espíritu en ustedes y vivirán;
los estableceré en su suelo, y sabrán que yo, Yahveh, lo digo y lo hago”
(Ez 37,14); de manera que comenzará el nuevo pueblo renovado, vivificado y
establecido por la acción del Espíritu de Dios. También en Ez 36,26-27, se
manifiesta la promesa en la que Dios va a dar al pueblo “un espíritu nuevo” que es el Espíritu de Dios: “infundiré mi espíritu en ustedes”, con
la intención de crear un pueblo con un “corazón
nuevo” dócil a la voluntad de Dios y dispuesto a dejarse crear por Él. De
manera que se cumple otra promesa del Señor a sus discípulos.
7. “Perdonen
los pecados”. Vemos
que Jn 20,23 tiene unos verbos en imperativo y una redacción en paralelismo
antitético: “A quienes perdonen los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan
retenidos”. La primera frase está en positivo y la segunda está en
negativo, tal vez con la intención de reforzar la idea fundamental: perdonar
pecados. Es observable que el pecado conduce al desorden que se manifiesta
viviendo en la oscuridad, el miedo y causando violencia. Teniendo en cuenta el
relato del ciego de nacimiento, “los que
ven” son los que creen ver y se bastan a sí mismos, se enceguecen y buscan
destruir a quienes no piensan y actúan como ellos, por eso Jesús les dice: “como ustedes dicen: ‘vemos’ su pecado
permanece” (Jn 9,41).
La experiencia de Jesús resucitado es
personal como la de Tomás, comunitaria como la de los discípulos que se alegran
al tener al Señor en medio de ella y con proyección universal de acuerdo a lo
señalado por Jesús: “dichosos los que no
han visto y han creído” (Jn 20,29). Sin embargo, el encuentro personal con
Jesús Resucitado siempre envía a la misión en comunidad.
Se puede ver el artículo completo de
“Regalos del Resucitado. Un comentario de Jn 20, 19-23”, en la Revista
Franciscanum, volumen LVII, N° 164, julio-diciembre de 2015, p. 255-280, http://revistas.usb.edu.co/index.php/Franciscanum/article/view/1548/1347
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