Manuel Tenjo Cogollo
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Planteamos, a partir de la muerte y resurrección de Lázaro (narrado en el evangelio de Juan, capítulo 11), los pasos para vivir el duelo por muerte, al mismo tiempo que proceso para desatar los apegos y avanzar victoriosos en la vida.
1. Negación
Cuando a Jesús le dicen que su amigo
Lázaro está enfermo, su reacción se señalar que no va a morir (Jn 11,4), pero
cuando le dicen que ya murió, contesta que sólo duerme y que Él va a despertarle.
Así que Jesús asume la actitud de negación ante la pérdida y muerte de su
amigo.
De igual manera ocurre con nosotros cuando recibimos la noticia de la muerte de un ser querido o del padecimiento de una enfermedad grave, con posibilidad de enfrentar la desaparición. La primera reacción ante la pérdida es la negación y el rechazo de tal situación. No es simple aceptar que un ser amado se encuentra muy enfermo o ha muerto. Así que la negación hace su aparición ante un impacto tan grande.
2. Buscar culpables
Tanto Marta como su hermana María
buscan culpables de la muerte de Lázaro, y no tardan en encontrarlo, es Jesús,
a quien le dicen: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría
muerto mi hermano” (Jn 11,21.32). Culpan a Jesús de la muerte de su
hermano.
Ocurre de manera similar ante la pérdida de un ser querido, se busca culpables: el hospital, los médicos, los medicamentos, las enfermeras, algún familiar y, Dios mismo, aparecen como causantes de la enfermedad terminal o la muerte de la persona que amamos. Esa búsqueda de culpables va acompañado de la rabia y la frustración, haciendo que se convierta en un ataque directo a quienes se presumen implicados en la causa del duelo. Es normal y necesario vivirlo para avanzar.
3. Llorar
Jesús manifiesta sus sentimientos más
profundos y humanos con las siguientes expresiones: “se conmovió interiormente, se
turbó.Jesús se echó a llorar. Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue
al sepulcro” (Jn 11,33.35.38). Si Jesús, que es el Señor, el Rey, el
Dueño de la vida, llora por la muerte de su amigo Lázaro, cualquier persona
tiene derecho a llorar por la pascua de un ser querido.
El llanto es un desahogo normal ante una pérdida traumática. El cuerpo y la mente necesitan una forma de salida de la situación traumática, y esta es el llanto. Evitar llorar causa más daño y termina con enfermedades psicosomáticas no deseadas. Es necesario promover el desahogo a través del llanto y el dialogo de los dolientes.
4. Conjeturas y supuestos
Los judíos que acompañan a Marta, a
María y a Jesús asumen la actitud de conjeturas y supuestos sobre lo que
hubieran podido hacer para que Lázaro no llegara al desenlace de la muerte (Jn
11,36-37). El dolor de la pérdida en tan grande y el sufrimiento de la soledad
se convierte en inaguantable, que se empiezan a formular conjeturas sobre lo
que se puedo hacr y supuestos sobre lo que pasaría si todavía estuviera vivo.
Es la etapa más compleja en la elaboración del duelo, pues si no se supera, se regresa a dar vueltas en los pasos anteriores, generando mayor dolor y sufrimiento, en ocasiones, terminando con medicamentos y tratamientos psiquiátricos. Es posible salir de allí llegando a la aceptación.
5. Aceptación
La aceptación es el momento en que
las situaciones límites de la existencia se convierten en parte de la vida.
Jesús termina diciendo a Lázaro una palabra de resurrección: “¡Lázaro,
sal fuera!” (Jn 11,43) y sus hermanas una palabra de libertad: “Desátenlo
y déjenlo ir” (Jn 11,44).
La aceptación no conduce a olvidar o
dejar de amar, sino a reconocer que la vida es parte de la muerte, que después
de la vida hay vida y que el amor nunca muere, al contrario, puede crecer mucho
más. Aceptar es necesario para avanzar en la vida y crecer en un nuevo
proyecto, donde se valora mucho más a la familia y se fortalecen los lazos
fraternos.
Avanza, con libertad, hacia las metas
más allá de esta vida, pues, después de la vida hay una más plena y mejor.
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