lunes, 26 de diciembre de 2022

6- DESARROLLAR LA CAPACIDAD DE ASOMBRO

 DESARROLLAR LA CAPACIDAD DE ASOMBRO

Manuel Tenjo Cogollo

Email: manueltenjo@yahoo.com

Hemos escuchado últimamente la expresión: “eso ya no me sorprende” y otra: “era de esperarse”. Expresiones que se utilizan para hablar de lo bueno que ya no trae nada novedoso y de lo muy deficiente de algo o de alguien que ya acostumbró a realizar tantas barbaridades que ya no extraña otra más.

Sin embargo, para avanzar en todos los aspectos de la existencia, es necesario sorprenderse de los fenómenos que aconteces, sean agradables o desagradables, pues siempre traen una enseñanza y alguna semilla de experiencias nuevas.

Cuando Jesús nació, según lo narra el evangelista Lucas (2,16-21) y es visitado por los pastores de la región, se observan varios elementos de sorpresa que valen la pena reflexionarlos y aprender de ellos.

1. Sorprenderse de lo visto

Cuando los pastores de la región encontraron a María, a José y al niño Jesús recostado en el pesebre, lo vieron y se asombraron. De igual manera, cuando María escucha lo que narran los pastores de la aparición de ángeles, se sorprende de lo que está ocurriendo.

Se dice que los sabios, los niños y los científicos se sorprenden con lo que ven, porque todo lo miran como si fuera la primera vez, como turistas que recorren nuevos paisajes y lugares diversos. Para aquellos que ya nada los sorprende, se van quedando en el pasado, en la amargura y en la soledad, pues ven algo y le encuentran el defecto o lo desautorizan de alguna manera. Así que, para sorprenderse es necesario tener la disposición para aprender de todo, aún de lo que parece que ya conoce. Dicho de otra manera, se requiere un poco de humildad.

Los pastores, María y José viven relaciones de humildad, por eso se sorprende de los que ven y de lo que escuchan. Es necesario tener la humildad de quien aprende, la mansedumbre de quien está dispuesto a descubrir horizontes nuevos y la docilidad para dejarse guiar por los maestros más sorprendentes que siempre aparecen donde menos se esperan.

Suelo manejar una expresión que me ayuda a crecer en la espiritualidad: “déjate sorprender por Dios”, pues Él siempre tiene fenómenos novedosos para sorprender a sus hijos.

2. Exclamar la sorpresa

Ahora bien, es muy recomendable expresar la sorpresa, señalarla con las palabras más maravillosas con que contamos en nuestro lenguaje. Así lo hicieron los pastores que llegan donde le niño acostado: dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño (Lc 2,17). Después, cuando se van de la presencia del niño Jesús, de José y de María, se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto” (Lc 2,20). Es necesario exclamar la sorpresa que Dios ha manifestado en la vida de cada uno de nosotros.

La expresión de las maravillas vistas causa alegría, sorprende a otros y contagia de optimismo y esperanza. Cuando sólo se cuenta lo negativo y se refuerza con expresiones físicas y lingüísticas, se contagia la desesperanza y genera ambientes violentos, tristes y pesimistas.

En medio de las noticias negativas de estos tiempos, debemos asumir la actitud de expresar las maravillas realizadas por la encarnación de Dios en la persona de Jesucristo, pues el cielo ha bajado a la tierra y se han fusionado para que todos tengamos la oportunidad de construir el paraíso que queremos entre nosotros. Algunos quieren construir infiernos destructivos y alejados de Dios que causan muertes continuas. Pero quienes nos unimos al Creador de la Vida, debemos construir ambientes familiares, laborales y sociales que transmitan la energía vital que recorre nuestro ser, que construya ambientes de paz entendida como crecimiento integral y prosperidad en todos los aspectos, de manera que veamos al Rey de la Paz entre nosotros. 

3. Meditar y retener lo aprendido

La actitud de María añade un componente interesante a la sorpresa: guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón (Lc 2,19). No existía la cámara del turista que guarda imágenes en la máquina, así que María tiene que grabarlas en su mente y meditarlas constantemente, para que no se olviden las maravillas divinas, para recordar constantemente las hazañas de Dios que ocurren de manera sencilla y para mantener la esperanza en la fidelidad divina.

Es necesario guardar los buenos recuerdos, las experiencias donde hemos aprendido las maravillas del funcionamiento de la vida y las grandes obras del Creador, para que cuando lleguen los momentos difíciles, mantengamos en la retina la fidelidad divina y las hazañas gloriosas que puedan fortalecer la esperanza, el optimismo y las expresiones constructivas.

En nuestro tiempo es necesario descubrir la actividad de Dios como Creador de la Vida que se manifiesta de maneras sencillas en la encarnación, pues desde un pesebre empezó la posibilidad de transformar la existencia y, por tanto, la sociedad. Estamos en tiempos de oscuridad, donde es más necesaria la luz de los que viven en paz interior, para dar esperanza y mantener las acciones constructivas, pues allí está la fuerza de la revolución.

 

 

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