ESCONDERSE EN EL FRACASO O CAMINAR AL RESPALDO
Manuel
Tenjo Cogollo
Email: manueltenjo@yahoo.com
Una tendencia común entre las personas que se enfrentan a algún tipo de fracaso o pérdida es esconderse en el mismo fracaso para justificar porque no debe volver a intentarse otro proyecto, o el mismo de otra manera. Además, se vuelve el mejor argumento para decirle a otras personas que mejor no lo intenten, pues “si yo fracase… ustedes también lo harán”, “eso no se puede…”
En tanto
que otros enfrentan fracasos que se convierten en el motor para intentar salir
adelante y perseverar hasta lograr las metas deseadas.
Dentro de los discípulos de Jesús de Nazareth se presentaba lo mismo: los que avanzan y perseveran y los que abandonan el camino. Es el caso de dos discípulos que iban a Emaús, como lo narra Lucas (Lc 24,13-35).
1. Esconderse en el
fracaso
En un
primer momento de la escena narrada por Lucas (Lc 24,13-27), donde dos
discípulos de Jesús se alejan de la ciudad de Jerusalén para refugiarse en una
aldea llamada Emaús, porque se han desilusionado de todo: su líder murió como
un delincuente en una cruz, sus esperanzas de una nueva oportunidad se murieron
con Él, los testimonios de las mujeres y de otros discípulos no son suficientes
pues las consideran simples opiniones o chismes y están “tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas”. La
tristeza, la soledad y el sentimiento de fracaso hace que discutan tan
acaloradamente que no reconocen a quien se acerca y camina con ellos.
Las personas que utilizan el fracaso personal o de otros como zona de confort, tienen todas las excusas para matar las esperanzas, destruir las expectativas de otros y abandonar todo proyecto nuevo y prometedor. Quienes asumen el fracaso como forma de vida prefieren vivir en los rincones de la ciudad o en las aldeas olvidadas, para mantener la soledad y llenarse de argumentos que impidan avanzar en la vida. Todo lo critican, nada de lo que dicen los triunfadores es suficiente o no es para ellos, condenándose a vivir en la miseria y la autocompasión. Si leen, no entienden lo que enseñan líderes como Moisés o los profetas, la mente y el corazón están embotados para comprender los cambios sociales y las posibilidades de la nueva economía…
2. Transición:
autodeterminación
El
Maestro va a buscar a sus dos discípulos desilusionados, les enseña y los deja
en libertad para que reflexionen y tomen decisiones, como lo narra Lucas en
23,28-31. Vemos que “Él hizo ademán de
seguir adelante”, para que ellos empiecen a tomar la primera decisión:
quedarse con Jesús. Además, el Maestro hace gestos que conduzca a los
discípulos a volver a la experiencia fundamental: “se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo iba dando”. Los que habían perdido la esperanza tienen una
experiencia de consciencia, pues se le abren los ojos y reconocen al Maestro.
El momento de transición es para asumir la crisis, crecer con ella, tomar conciencia de la situación para desarrollar una autodeterminación. Es el momento en que cada persona debe sentarse a reflexionar sobre lo vivido, aprender de los errores y aciertos, tener un mentor o tutor que acompañe el camino de las decisiones, y empezar a tomar el control de sus emociones, para encaminarse al cumplimiento de metas.
3. Caminar al respaldo
La
narración de Lucas (23,32-35) termina con la determinación de los discípulos de
salir de Emaús y volver a Jerusalén, para integrarse con la comunidad de
testigos de la resurrección de Jesucristo. Es necesario salir de la zona de
fracaso, de la noche solitaria y de la esperanza frustrada, para unirse a
personas que respalden las decisiones, acompañen el camino y compartan los
testimonios del triunfo.
Asumir la
determinación de caminar respaldado por una comunidad de triunfadores es
compleja, pues parece más fácil permanecer en el fracaso que levantarse, asumir
los retos de la noche y avanzar a una asociación de testigos que han vencido
los prejuicios de la muerte.
Es el
momento de reflexionar sobre la situación que estás viviendo, para avanzar y
ser mejor de lo que ya eres, hasta mostrar la fuerza interior que te impulsa a
superar obstáculos, trabajar con perseverancia y alcanzar metas para vivir como
triunfador exitoso. Si fuera fácil cualquiera lo haría… ¡pero tú no eres
cualquiera!
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