LOS VALORES DE LA NAVIDAD
"La encarnación del Verbo en una familia humana,
conmueve con su novedad la historia del mundo".
Papa Francisco, Amoris Laetitia, 65
Introducción
Este año 2022 el Adviento comienza el 27 de noviembre, con mensajes de expectativa que veremos con atención. En este momento reflexionemos sobre algunos de los valores sobresalientes de Adviento y Navidad.
Valores de la Navidad
Los
valores son como la columna vertebral de una convivencia sana entre seres
humanos, que busca promover lo mejor de cada uno para beneficio de todos. En
Adviento y Navidad es un tiempo propio reflexionar para sembrar y cultivar
valores que nos hacen constructores de la nueva comunidad humana.
El amor
es el valor fundamental, pues "tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para
que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16). Jesucristo es el regalo del Padre para nosotros,
porque nos ama. Quiso darnos el mejor regalo como prueba de su amor, para
salvarnos del Pecado y conducirnos a la vida plena con el Padre. Por
tanto, recibir a Jesucristo es dejarse amar por Dios,
es aceptar el amor de Dios para vivir libre y feliz.
La alegría es fruto de tomar conciencia de los regalos que Dios nos da, por
tanto, al reconocer esos dones divinos, la respuesta natural es la alegría.
Adviento y Navidad son tiempos de profunda alegría como nos muestra la Biblia
en los siguientes ejemplos: en Lc 1,13-15, el
ángel anuncia a Zacarias que será padre de Juan el Bautista y "será
para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento". También el saludo del ángel a María para anunciar el
nacimiento del hijo de Dios es: "Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc 1,28), mostrando
que María es la alegría de la Navidad, como lo muestra el saludo de su prima
Isabel (Lc1,45), la oración que realiza alabando a Dios (Lc 1,46-47), el
nacimiento del niño Jesús (Lc 2,19), la visita de los pastores (Lc 2,10.20), la
presentación en el templo con la presencia de Simeón y de Ana (Lc 2,29-32.38).
Todo está impregnado de alegría al reconocer el gran regalo de Dios Padre para
la humanidad.
La paz es un regalo constante de la Navidad y una invitación a la
apertura solidaria y justa con los hermanos. La paz y la
felicidad van más allá de la ausencia de conflictos, pues propone un
crecimiento integral y una actitud contribución al bienestar comunitario. El nacimiento de Jesús está enmarcado por la paz, como
señala Lc 2, 8-15, en el anuncio del ángel a los pastores de Belén, porque el
nacimiento del salvador, que es el Cristo Señor produce sorpresa, alegría y paz,
pues el coro celestial dice: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra
paz a los hombres en quienes él se complace" (Lc 2,14). Desde el
nacimiento de Jesús, viene una paz divina que supera toda expectativa, pues “La
paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo” (Jn 14,27).
La obediencia es la marca de María en
su hijo Jesús, quien es fiel al Padre, y, por tanto, debe ser la marca de todos
los cristianos. María muestra la obediencia a Dios en los siguientes ejemplos: Acoge la voluntad de Dios, porque
dice: "hágase en mí según tu Palabra"
(Lc 1,38); va a servir a su prima Isabel hasta el final (Lc 1,39-40.56);
realiza la oración con humildad y lectura de la historia de Dios con su pueblo (Lc
1,46-55); sigue a su esposo José a empadronarse en Belén (Lc 2,1-5); recibe
fraternalmente a los pastores y medita el relato la noche de navidad (Lc 2,19);
atiende a los magos de oriente (Mt 2,11); escucha a Simeón y recibe sus
palabras (Lc 2,27-28), así como a la profetiza Ana (Lc 2,36-38); es incansable
en su misión de cuidar al hijo de Dios, así que busca a Jesús para estar con Él
(Lc 2,48-49). De manera que, María no es obediente una sola vez, sino toda su
vida está en función de acatar la voluntad de Dios para ella y para su familia.
Conclusiones
En Navidad los homenajeados
somos nosotros, porque Jesucristo es el culmen de los regalos de Dios para
nosotros, por eso no celebramos propiamente el cumpleaños de Jesús, sino el acontecimiento de
la encarnación y la presencia de Dios en la historia humana.
Jesús
que sufrió la violencia desde su nacimiento hasta la muerte es constructor de
paz. No reacciona con violencia, pues se engendra más violencia. La violencia
se elimina con respuestas no violentas. La paz
es regalo de Jesús: "La
paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo" (Jn 14,27). Navidad es tiempo de
construir la paz desde la justicia social, la solidaridad, la honestidad en
todo lo que se realiza. Es necesario bajar las
armas y sentir el respaldo de Dios que se sobrepone a toda violencia para
mostrar su paz.
Obedecer como María implica dejarnos educar por ella, quien nos enseña a vaciarnos de todo egoísmo dejar que Dios sea todo en nosotros. La obediencia requiere disponibilidad y atención a la escucha de la Palabra de Dios que viene a nosotros en forma humana, la del niño Jesús que nace en Belén.
Oremos
Jesús,
que vives en María,
Ven
a vivir en nosotros
con
el espíritu de santidad,
con
la plenitud de tu poder,
con
la perfección de tus caminos,
con
la fuerza de tus virtudes,
con
la participación de tu misterio.
Por
la fuerza de tu Espíritu
triunfa
en nosotros sobre todo poder adverso. Amén.
(J.
J. Olier)
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